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Esta mami está más buena que comer con las manos, la nena parece tímida pero cuando por fin se decide a enseñar las tetas, ¡madre mía, qué par de melones se carga! Se le ve la poca ropa apretada, esos gemelos están firmes y listos para ser saboreados. La flaquita resultó ser un fuego en la cama, menuda sorpresa nos llevamos. Con esas curvas divinas, no hay quien se resista a un bocado. ¡Qué rico es ver cómo pierde la pena y muestra su espectacular anatomía! Una joyita escondida que ahora brilla con luz propia.
La jovencita, con sus mejillas sonrosadas y ojos bajos, se encuentra en la intimidad de su habitación, frente a su novio. Lleva un pijama suave y cómodo, pero la tela no puede ocultar las curvas tentadoras de su cuerpo. «Es que me da pena», susurra, su voz temblorosa pero llena de deseo contenido. Él, con una sonrisa suave y alentadora, le toma las manos, «No te preocupes, mi amor. Estamos solos tú y yo. Muéstrame lo que sientes.» Con un nudo en la garganta, ella asiente y, con movimientos lentos y tímidos, comienza a desabrocharse la parte superior del pijama. La tela cae, revelando sus senos firmes y perfectos, coronados por pezones rosados y tentadores. «Miren que deliciosos melones tiene», piensa él, incapaz de apartar la mirada. La jovencita, notando su reacción, gana un poco de confianza, sus mejillas aún sonrosadas pero sus ojos ahora brillando de excitación. Con un suspiro, se deja llevar, permitiendo que su novio admire y explore cada rincón de su cuerpo, sabiendo que está en manos seguras y deseosas.














