le dice a la chibola peruana que se ponga de perrito para que se la coja y ella obedece

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El chico, con una sonrisa traviesa y una voz cargada de deseo, se acerca a la chibola peruana. «Ponte de perrito,» le ordena, con una mezcla de autoridad y excitación. La chibola, con una mezcla de timidez y curiosidad, asiente, sabiendo que debe obedecer. Con movimientos suaves y sensuales, se coloca en cuatro, exponiendo su trasero perfecto y tentador. La luz tenue de la habitación crea un ambiente íntimo y cargado de deseo. El chico, con una mezcla de anticipación y placer, se acerca, saboreando cada segundo. Con cada embestida, los gemidos de la chibola se intensifican, mezclándose con los gruñidos de placer de su compañero. La conexión entre ambos es intensa y visceral, creando un momento de éxtasis inolvidable. La chibola, con cada movimiento, se abandona al placer, saboreando cada segundo de su conexión íntima, mientras el chico la llena por completo, llevándolos a ambos al borde del delirio.

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