colegiala culona se mete el mando de un cepillo y miren que deliciosa vagina tiene

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En un cuarto de baño escolar, una colegiala culona se mira en el espejo, sonriendo con picardía mientras se prepara para dar un espectáculo que dejará a todos boquiabiertos. Con movimientos lentos y seductores, se levanta la falda plisada, revelando sus nalgas redondas y firmes, que se mueven tentadoramente bajo sus bragas de algodón. «¿Listos, pendejos?» pregunta, riendo, mientras se gira y se inclina sobre el lavabo, ofreciendo una vista tentadora de su culo.

Con una mano, separa sus nalgas, mostrando su agujero apretado y tentador, mientras con la otra, toma el mango del cepillo de baño. «Miren y aprendan, cabrones,» dice, riendo, mientras comienza a introducir el mango en su culo, lentamente, sintiendo cómo se abre para recibirlo. «Joder, qué rico se siente,» gime, empujando más profundo, hasta que el mango está completamente dentro, y solo la base del cepillo queda visible, moviéndose tentadoramente con cada movimiento de su culo.

Pero la colegiala no se detiene ahí. Con una sonrisa malvada, se gira y se sienta en el borde del lavabo, abriendo bien las piernas para ofrecer una vista clara de su vagina. «Y ahora, miren qué deliciosa vagina tengo,» dice, separando sus labios vaginales con los dedos, revelando su clítoris hinchado y brillante de excitación. «Qué rica y húmeda estoy, pendejos,» gime, mientras comienza a masturbarse con el mango del cepillo, moviéndolo dentro y fuera de su culo, creando un ritmo sensual y tentador.

La escena es erótica y primitiva, con la colegiala perdida en su propio placer, gimiendo y moviéndose rítmicamente, mientras el mango del cepillo entra y sale de su culo, y sus dedos juegan con su clítoris, llevándola al límite. «Así, así, justo así,» gime, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza hacia atrás, mientras alcanza un orgasmo intenso y liberador.

Con un grito final de placer, se queda quieta, disfrutando de las réplicas de su clímax, mientras sonríe, sabiendo que ha dado un espectáculo inolvidable. «¿Les gustó, cabrones? Pues esto es solo el comienzo,» dice, riendo, mientras se levanta y se limpia, dejando el mango del cepillo en el lavabo, un recordatorio tentador de lo que acaba de ocurrir.

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